domingo, 31 de mayo de 2009

Parte 2

Parte 2: La amante

¡Anda! ¡Si seguís aquí! Pues nada sigo contado esa historia que os estaba contando, la cual es la culpable de que yo esté ahora mismo en la cárcel.

Después de descubrir Pili y yo que una mujer había estado por la mañana en el ayuntamiento, decidimos averiguar si al día siguiente volvía a la misma hora por lo que madrugamos un poquito más y fuimos al ayuntamiento.

A las 09:08 minutos la misma mujer entró en el ayuntamiento. Pili intentó hablar con ella pero no la hizo caso y se montó en el ascensor rumbo al piso 8: el del alcalde.

Yo, como mejor podía, subí corriendo las escaleras pero me quedé en el sexto piso pidiendo casi a gritos una botella de agua. La misión había sido un fracaso.

Cerca de las 14:00 horas, el alcalde salió del ayuntamiento para ir a comer fuera, cosa que no hacía normalmente. Por ello Pili y yo trazamos un nuevo plan.

Yo me quedé fuera con Ricardo entreteniéndole mientras Pili se colaba en el despacho. Cuando Ricardo tenía que entrar en el despacho porque Pili estaba haciendo mucho ruido le cogí le até a la silla y comencé a hacerle chupetones en el cuello.

Cuando Pili salió corriendo del despacho me fui con ella. Había conseguido el lugar al que había ido a comer. Salimos del ayuntamiento y cogimos un taxi a cuenta del ayuntamiento.

Cuando llegamos le vimos salir solo, era raro. Pero justamente al final de la calle se encontraba la mujer. Pili hizo unas fotos: ¡teníamos alguna prueba!

Como la cámara era de las antiguas, tuvimos que esperar a que se revelasen que sería: ¡al día siguiente una hora antes de las elecciones!

No dormí casi en toda la noche de los nervios. Al día siguiente fuimos a recoger las fotos y fuimos lo más rápido posible al pleno del ayuntamiento.

Allí entré y me puse a decir en alto lo de la amante del alcalde esperando que solamente estuviese él y no cerca de 400 personas y muchos medios de comunicación.

Entonces los de seguridad me detuvieron por muchos delitos, como el de Ricardo. ¡Eso no fue nada!

Esa es la historia. Creo que desde entonces me llama la gente la concejala antropófaga, pero tengo que salir de aquí cómo sea.

¡Anda! Me acaban de informar de que alguien ha pagado mi fianza. ¡Pili! ¡Ha sido Pili! Ya era hora.

Me toca volver a casa. Nos veremos pronto, o eso espero.

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